El miedo es una emoción básica que no siempre es agradable, pero en estas fechas, parece qué todo cambia. ¿Por qué?
Hoy es Halloween, una fiesta ya bastante conocida mundialmente, coincidiendo con el Día de Todos los Santos. Halloween celebra el terror, y nos anima a decorar la casa con calabazas y fantasmas. Es la única época del año en la que incluso aquellos que no disfrutan del miedo, se animan a hablar de fantasmas y ver alguna película relacionada con esta temática.
Sin embargo, somos muchos aquellos que disfrutamos del terror, sobre todo en esta época del año, pero ¿por qué?
El miedo es una emoción básica que nos invita a la huida y a ponernos “a salvo”, en esta emoción intervienen una gran variedad de sistemas biológicos y neurotransmisores. A nivel cerebral, concretamente podemos hablar de la amígdala y el lóbulo frontal. Luego, la secreción de adrenalina, dopamina, cortisol, en entornos controlados, puede ser muy satisfactoria y generar emociones agradables, ya que estas sustancias son increíblemente estimulantes.
Ante la presencia de un peligro, real o no, físico o mental, todos estos mecanismos biológicos entran en juego, subiendo el ritmo cardíaco y respiratorio. Con todo esto, del miedo nace una sensación de euforia y preparación a la batalla, esta preparación aumenta nuestra atención y nos mantiene inmersos en la actividad que estamos haciendo, por ejemplo, en Halloween, lo más comunes son actividades de ocio, ya sean una película o un pasaje del terror.
Después de esta “batalla” a la que nos hemos enfrentado durante la actividad, donde hemos experimentado un miedo intenso, llevándonos a la lucha, huida y seguridad ficticia, la dopamina nos aporta un gran bienestar. Una sensación de orgullo, placer, superación. Nuestro cerebro nos deja bien claro que hemos conseguido sortear un peligro con éxito y nos felicita por ello.
Estas experiencias, al final generan una sensación de control en el ambiente, sabemos a ciencia cierta de que nada malo nos va a pasar durante la visualización de una película, y, aun así, nuestra mente siente euforia al salir victoriosos y sin un rasguño de la situación tan tensa a la que nos hemos enfrentado.
¿Pero por qué hay películas, u otras situaciones controladas, que son sumamente desagradables, mientras que otras nos permiten disfrutar de la emoción del miedo?
La presencia y ausencia de emociones diferentes y opuestas, provoca una especie de equilibrio. Este equilibrio nos permite que disfrutemos de estas de forma intensa y que, al ser algo tan breve, nos dejen una sensación agradable, al menos un tiempo. Esto se debe a que las emociones son disfrutables cuando explotan y luego, rápidamente, nos lleva a una situación neutra.
Esto se ve muy en practica en las casas del terror, donde el grupo va apelotonado por un pasillo estrecho, de golpe, un ruido fuerte y un actor aparecen, provocando un gran susto, al que, tras la huida, le siguen risas y emociones agradables. El miedo se transforma en alivio, y este alivio nos genera la secreción de hormonas sumamente agradables.
Que la emoción desagradable se presente durante un tiempo muy breve y de una forma muy intensa, provoca una sensación adictiva.
Como podemos ver, a más miedo y menos tiempo, más agradable es la experiencia. Cada uno genera su actividad de Halloween en torno a aquello que más miedo nos provoca, para poder permitirnos, ese día, controlar y burlar aquello que más nos aterra, preparándonos para en un futuro, poder hacer frente a este miedo.
¿Y tú, que miedo vas a enfrentar este Halloween?
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